La zona occidental asturiana con núcleo en los concejos de Cangas de Narcea y Somiedo acoge una población osera creciente. Han sido varios los osos que a lo largo de los años se han hecho famosos al protagonizar episodios peculiares que no se han querido dejar pasar anónimos. Son símbolo de la recuperación de su especie y el decaimiento del furtivismo.
Hubo una llamada anónima en junio de 1989 que alertó de la existencia de dos pequeñas hembras de oso que se habían quedado solas. Su madre había caído bajo los disparos de una cacería furtiva y quienes acabaron con su vida no quisieron que las crías corrieran su misma suerte. Las osas habían nacido en el monte de Canao (Cangas de Narcea). El cazador que había matado a su madre se las llevó a casa y las crió en su cuadra. Como no sabía que hacer con ellas, llamó al Seprona y concertó la entrega en el monasterio de Obona (Tineo).
Fue un inicio de película para una vida de pantalla y de flashes, desde el momento mismo de la recogida de las dos hermanas en el monasterio, depositadas allí por el comunicante anónimo. Agentes del Seprona las recogen y las entregan al Gobierno asturiano que a su vez las cede al Fondo Asturiano para la Protección de Animales Salvajes (FAPAS). Son trasladadas a sus instalaciones en Llanes. Reciben allí sus nombres: Paca, por la mujer del responsable del FAPAS, Roberto Hartasánchez, y Tola, por el cazador que las rescató. Los nombres pasarían pronto a formar parte de la cultura asturiana. El bautizo a estos animales, así como a otros en el futuro, conseguiría humanizarlos y acercarlos a la gente. Cada historia tiene que tener un nombre propio. De Llanes, las osas pasaron a Vic, en Cataluña, y de allí fueron de nuevo trasladadas al Parque Cinegético Nacional de El Hosquillo, en Cuenca. Su último destino fue el cercado de Proaza, año 1996. Un cercado en semilibertad en el que las osas permanecerán ya bajo la atenta mirada de cuidadores y visitantes. Cada día a las doce y a las cinco se convierten en estrellas, niños y mayores disfrutan de los iconos de todo un valle en auge ligado a su existencia.
En 1994 se había inaugurado la actual ruta del Oso que atraviesa todo el valle, aprovechando el trazado del viejo ferrocarril para transporte de mineral de los yacimientos mineros de Teverga y Quirós.
Todavía les quedaba otro viaje. En el año 2004, el cercado de Proaza se rompió por un desprendimiento y las dos osas, ya adultas, tuvieron que ser trasladadas durante unos meses al parque de la naturaleza de Cabárceno (Cantabria).
En 2008, llega desde el parque cántabro un macho llamado Furaco. Es el elegido para perpetuar la especie sin éxito hasta el momento. El oso tiene 18 hijos en el parque cántabro, pero se cree que las dos osas puedan ser un poco mayores, rondando los veinte años, además de que soportar la presión del público no favorezca.
Un episodio gris llegó en mayo de 1998 cuando el oso Cuervo murió una semana después de ser trampeado para su radiomarcaje en Somiedo. El Principado intentaba colocarle un transmisor para tenerlo vigilado y seguirlo por el monte. Según el informe de la necropsia la causa de la muerte fue la captura, que hizo que se agravara una antigua infección que tenía. Ese incidente propició que desde aquel día las decisiones en torno a la especie fuesen fruto del consenso.
El 30 de marzo de 1999, Gedrecina fue rescatada en el monte tras ser envenenada, era un lugar cercano al pueblo de Gedrez (Cangas de Narcea). Es trasladada a la facultad de veterinaria de León donde se le hicieron las pruebas. El 7 de abril, tras un traslado nocturno desde la capital vecina, se la volvió a soltar. Nunca más se supo de ella. Por suerte no fue uno de los cadáveres de osos que se han encontrado en Occidente durante las últimas décadas
Villarina, nacida en enero de 2008, era la más pequeña de su camada. El 26 de junio del mismo año unos turistas la encontraron herida en una cuneta cercana al pueblo de Villarín, carretera de Saliencia. El veterinario que la atendió dijo que no había muerto por que no le tocaba morir ya que cuando la atendieron tenía incluso convulsiones. Volvió a su monte y rompió con la estadística que decía que nunca antes un oso que había pasado tanto tiempo en contacto con los humanos podría volver a su hábitat natural.
El 11 de noviembre fue liberada discretamente en el Parque Natural de Somiedo. Pesaba casi treinta kilos e iba equipada con dos radioemisores pegados al pelo de la espalda que permitirían seguir sus pasos hasta que se desprendieran con la muda estival. Cuando el 7 de julio de 2009 se desprendió su segundo emisor y se dio por finalizado el programa de seguimiento, nadie dudaba que la vuelta a casa de Villarina había sido un éxito.
El capítulo más reciente lo protagoniza, en abril de 2011, la osezna Lara. Fue hallada cerca del pueblo de Larón (Cangas de Narcea, puerto del Rañadoiro). Presentaba una grave dentellada en un costado. Fue operada en la clínica veterinaria Buenavista (Oviedo) de una rotura de isquión, uno de los huesos de la pelvis. Posteriormente se trasladó para su recuperación al Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre, en el concejo de Sobrescobio.
La osa fue devuelta al monte el 19 de agosto y se adaptó bien. La osa corretea por la zona en la que fue soltada y además se ha adentrado en Muniellos, donde tiene mucho alimento. El «chip» que se le ha instalado en el cuello ofrece los datos de sus movimientos y de momento se mantendrá para corroborar que todo sigue marchando según lo previsto. Este caso es similar al de Villarina que volvió a Somiedo tras más de seis meses en contacto con los humanos.
Paca, Tola, Furaco, Cuervo, Gedrecina, Villarina, Lara… Nombres propios para vivencias únicas. La mayoría han sido relacionados con episodios trágicos. Esperamos que no haya más y si así sucede, que tengan un buen final.
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