29 jul 2009

Brañagallones


La pista que comunica Bezanes con la vega de Brañagallones no necesita ninguna puntualización ya que no tiene alternativa ni confusión posible. Físicamente es de un trazado ancho, apto para vehículos rodados y con piso de tierra, exceptuando el cemento en algunas zonas empinadas.
La salida de Bezanes se realiza junto al aparcamiento para rebasar posteriormente los entresijos traseros del pueblo y subir inmediatamente las cuestas y revueltas más notables de la ruta.
Pasadas las primeras rampas, llega el Texu La Oración, lugar unido a tradiciones religiosas ancestrales. Se cree que allí los pastores se detenían a rezar en su tránsito hacia los puertos. El camino se hace bastante llano y uniforme, pasando por algunos puntos claves como son la fuente de Andorviu, con dos caños de buena agua a mitad de ruta; el argayu’l Llobu, donde se ha construido un muro de hormigón para contener las avenidas del terreno, y, finalmente, el túnel del Crestón, que da paso a los recuestos finales. Para llegar a la vega se recorren más de diez kilómetros en un tiempo que puede variar de dos horas y media a tres.
A la entrada, aparece otra buena fuente, un aparcamiento y una primera bifurcación. A la derecha, hacia el bosque de Redes y Maricueria; a la izquierda, hacia una segunda disyuntiva. Esta vez, por la derecha, iremos hacia Valdevezón y, por la izquierda, la pista se planta a las puertas del “hotel” que representa la construcción más relevante de toda una vega plagada de bonitas cabañas. El nombre de Brañagallones dicen que tiene su origen en que antaño, cuando la actividad ganadera frecuentaba constantemente los dominios de la vega, era muy abundante la presencia de gallos o urogallos. Su occidente se encuentra delimitado por una morrena dirección norte-sur que recuerda la existencia de un glaciar que arrancaba debajo de la Peña’l Vientu y La Rapaína. Fotos: Brañagallones / Peña'l Vientu desde La Vega.
“Silvino, además de ganadero, cocinó allá por el año 1965 para todos los obreros que trabajaron en la pista de La Vega, hasta que la carroceta llegó finalmente a las primeras cabañas de esta majada. Antes de esa fecha, por el túnel de Crestón tan sólo pasaba la gente y las caballerías en fila de a uno, y desde la fuente Andorbiu hasta la majada era un simple sendero. En torno a 1920, cuando no existía ni siquiera el túnel estrecho del Crestón, el acceso a La Vega era por La Colladiella, justo por encima del Argayu’l Llobu o por Cuefoz, en la ribera del río Monasterio" (Les mayaes de Casu, Fernando Fernandez, 2008).

6 jul 2009

Picu Moncuevu

Ruta: BERMIEGO - LINARES - CAGACHONEIRU - ANGLIRÚ - PICU MONCUEVU (Sierra del Aramo).
Aproximación: Por la carretera AS-228 (Valle de Proaza) hasta Caranga. Luego por la AS-229 dirección a Barcena. A 6,8 Kms, desvío a la izquierda para coger la QU-6 que finaliza en Bermiego. Hay sitio para aparcar varios coches a la entrada del pueblo.
Localización: El recorrido se desarrolla totalmente en el municipio de Quirós, pero en la parte alta de la excursión nos aproximamos a los límites con Riosa. Desnivel: 1067 m. Bermiego (650 m) / Picu Moncuevu (1717 m).
Tiempos: 6 h. Bermiego 50’ Linares 55’ Cagachoneiru 45’ Anglirú 45’ Moncuevu (Total subida 3h 15’). Moncuevu - Bermiego 2h 45’.
Descripción: Bermiego es parroquia del concejo de Quirós, situada en la ladera oeste de la sierra. Se divide en dos barrios, Tarrío y Llanos, formando un conjunto de interés etnográfico, construcciones arquitectónicas: casas, hórreos, fornos, molinos, etc. A las afueras del pueblo, encontramos un área recreativa y más adelante, el famoso texu milenario. Al lado de éste, se construyó la iglesia parroquial de Santa María, con pórtico frontal y lateral, espadaña y imágenes medievales en su interior. También posee otro monumento natural: el rebollu ahuecado que, a pesar de su vieja apariencia, despliega toda su fuerza foliar cada primavera. Este primer monumento nos jalona la salida. Primero atravesamos la parte inicial del barrio de abajo de forma trasversal, atravesamos un puente y salimos junto al rebollu hacia arriba. El tramo de pista hormigonada que sube hasta El Llano es de mucha pendiente por lo que hay que tener especial precaución sobre todo si se hace en coche ya que no es de suficiente ancho para permitir que dos vehículos se puedan cruzar.
Ya en El Llano, atravesamos hacia la derecha, por entre las casas y buscamos la salida natural. El piso de hormigón continúa en esta salida, un poco pendiente. La pista continúa hasta Linares sin confusión posible. Es un tipo de trazado que permite el paso de turismos. Los tramos más complicados tienen hormigón, el resto es llano y de trazado bastante ancho en la mayoría de los tramos. Termina en un pequeño aparcamiento justo a las caserías de Linares (1100 m). Poco antes de llegar, dejamos a la derecha, un desvío hacia la ermita de La Merced. Allí, en pleno camín real a Pedroveya, se celebra una famosa romería en el mes de septiembre.De Linares hacia el norte, contemplamos el amplio paso de Pando de La Mortera con la peña Bramonde a su izquierda. Nosotros continuamos por una pista, ya de menor entidad, que sale del aparcamiento hacia la derecha, luego se revuelve y al llegar al cierre de piedra del primer prado que encontramos, nos entrega en una senda que sale hacia el sur, arrimándose a la caliza. Serpenteando la ladera y después en travesía, dejamos atrás la empinada ladera y llegamos al paso de Cagachoneiru (1430 m). Tenemos a la derecha, el pico Pelitrón; al este, al fondo, se asoma la cumbre del Moncuevu. Nosotros tomaremos rumbo NE, atravesando una especie de pequeños jous, salvando un suave desnivel en algunos tramos, otras veces tenemos que descender. Dejamos atrás la cueva de Xosmenín, el lugar de Fonpedrín donde vemos un cercado de madera y tomamos la última cuesta que no sube hasta las cercanías del aparcamiento del Anglirú, donde llega la carretera que sube desde Riosa, famosa por las épicas etapas de la Vuelta Ciclista a España. Chava Jimenez (1999), Gilberto Simoni (2000) , Roberto Heras (2002) y Contador (2008) fueron los ganadores de las ascensiones realizadas hasta ahora.
Domina este paisaje la silueta de La Gamonal con su antena.

Caminamos ahora hacia el sur, pasando al lado de la laguna del Anglirú hasta culminar un repecho y bajar un poco para desviarnos a la derecha por la pradería y seguir ascendiendo, por una cuesta herbosa, siempre en dirección al Moncuevu. En el alto, encontramos una depresión que precede a la cima y que tenemos que bajar para atravesar. Es el llamado Pozo de La Nieve ya que la conserva todo el año. Repecho final y cumbre, una gran torre de piedras. Estamos en uno de los baluartes de la sierra del Aramo, una elevación caliza de casi veinte kilómetros de longitud y siete kilómetros de anchura que avanza en dirección norte delimitada al oeste por la cuenca del Trubia y al este por la cuenca del Caudal.
Gamonal, Barriscal, Xistras y Gamoniteiru, Vallongo y Pelitrón marcan las cercanías, pero desde el lugar en que nos encontramos, se puede ver casi todo.
El descenso es factible, de frente abajo, hasta Cagachoneiru. Es caliza cortante, lapiaces profundos en los que hay que andar con cuidado. El atajo es considerable.
Si no lo hemos hecho al subir, es referencia obligada en el descenso, la visita a la ermita de la Merced. Fotos: Barriscal, Xistras y Gamoniteiru d. Moncuevu / Gamonal y Angrirú d. Moncuevu.

Fuente La Nalona

El río Nalón, el más representativo, largo y caudaloso de Asturias, nace a casi mil quinientos metros de altura y, como no podía ser de otro modo, lo hace en un paisaje extraordinaria belleza para vertebrar el Parque Natural de Redes. Resulta necesario reseñar que una de las mayores riquezas de Redes es el agua así que la fuente La Nalona es parte importante de la categoría de su entorno.
Es el concejo de Caso donde el Nalón recibe sus primeros afluentes de importancia como son el río Orlé y el Caleao. Desde la década de los setenta, el embalse de Tanes y el contraembalse de Rioseco (Sobrescobio) permiten, aparte de la producción eléctrica y regular las crecidas, suministrar agua a todo el centro de Asturias. Con su cauce liberado, atraviesa los concejos de Laviana, San Martín del Rey Aurelio, Langreo, Oviedo y Ribera de Arriba. En este último concejo, a la altura de Soto de Ribera, recibe, por la izquierda, al río Caudal. Pasa de nuevo por el municipio de Oviedo y continúa separando los concejos de Grado y Las Regueras. A continuación recorre Candamo y Pravia, a la altura de Quinzanas, absorbe las aguas del Narcea, su más importante afluente, y termina los últimos de sus ciento cuarenta y cinco kilómetros separando el concejo de Pravia del de Soto del Barco para entrar en la desembocadura, ría de San Esteban de Pravia, remojando a los dos municipios que le arropan, Muros del Nalón y Soto del Barco.
Ahora, sabiendo a donde van a parar tan claras aguas, nos queda acercarnos a La Nalona. La inscripción que aparece en el frontal indica que fue hecha en el año 1936 a la sombra de un pequeño hayedo.
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Aproximación: En el puerto de Tarna (Caso), bajando unos 50 m hacia la parte asturiana, en la parte de abajo de la carretera.
Acceso: A pie, por un sendero corto (20 m aprox).


Apunte hístórico relacionado con las aguas del nalón (extraído de internet)

En 1792, cuando ya era evidente la importancia que el carbón podía tener en la economía española, se vivía un debate entre los partidarios de la libre explotación -entre los que se encontraba Jovellanos- y quienes consideraban este mineral como fundamental para la defensa, conociendo que en Estados Unidos ya estaban probándose con éxito las primeras embarcaciones de vapor, y adivinaban la necesidad de hulla que pronto iba a tener nuestra Armada. Además, el carbón asturiano se hacía cada vez más necesario para sustituir como combustible a la madera en los hornos de la Real Fábrica de Cañones de Liérganes y La Cavada que ya había consumido los bosques de media Cantabria, máxime cuando España se preparaba para otra guerra contra Francia y se iba a necesitar más armamento.
Había que solucionar el grave problema que planteaba el transporte del mineral hasta el mar, del que se venían ocupando carros de bueyes y caballerías por un infame camino que llegaba hasta Gijón y que resultaba intransitable la mitad del año. Unos querían una nueva vía terrestre y otros un canal.

Jovellanos propuso entonces abrir una carretera carbonera por Siero, con unos 25 kilómetros, lo que suponía acortar el trazado de la existente en un 60% y al mismo tiempo abaratar los costes hasta en cinco veces. El destino seguiría siendo Gijón, la villa natal del ilustrado, que él estaba empeñado en transformar en uno de los puertos más importantes del Cantábrico y de paso iba a suponer también mejorar todas las comunicaciones del centro de Asturias abriendo ramales que llegasen hasta las principales poblaciones de la región.

Su visión fue profética una vez más y eso que nadie como él defendía en aquel momento la apertura de canales en España. En su «Informe sobre la ley agraria» había escrito: «Las conducciones por tierra encarecen demasiado los frutos y todavía, en igualdad de precios, llegarán más baratos a Santander los granos extranjeros conducidos por agua que los de Castilla por tierra». Y más adelante: «¿Qué sería si los caminos, los canales y la navegación de los ríos interiores, franqueando todas las arterias de esta inmensa circulación, llenasen de abundancia y prosperidad tantas y tan fértiles provincias?».

Claro que él se basaba en lo que había visto del Canal de Castilla, abierto ya hasta la mitad de su recorrido, pero el gijonés conocía los ríos asturianos y sabía que esa obra era imposible en el Nalón, por eso proponía la carretera.

Para buscar una solución intermedia se creó entonces la Compañía de las Reales Minas de Langreo con el fin de explotar para las necesidades de la marina los yacimientos de la cuenca del Nalón y se hizo venir hasta la cuenca a Fernando Casado de Torres e Irala, que ya empezaba a destacar como ingeniero de prestigio en los temas relacionados con el abastecimiento militar. Traía consigo un proyecto para hacer navegable el Nalón. Años después volvería de nuevo a Asturias para ocuparse de la obtención de alquitrán del carbón y luego pasaría a la historia por su actividad política al ser uno de los redactores de la Constitución de Cádiz en 1912 para acabar ocupando diez años más tarde la Comandancia General del Cuerpo de Ingenieros Navales.

Aunque el plan de Jovellanos, como sabemos, acabó también realizándose, la Junta de Estado se decidió por el plan más ambicioso de Casado de Torres: hacer navegable para barcazas de transporte (chalanas) el río Nalón durante 65 kilómetros hasta San Esteban de Pravia. Nada menos que 3.400.000 reales de presupuesto inicial, frente a los 500.000 de Jovellanos, a los que había que sumar también la adaptación del puerto de San Esteban y la apertura de caminos de sirga bordeando el curso del río para dar servicio y apoyo a las balsas cuando tuviesen que ir a contracorriente.

En noviembre de 1793 los primeros lanchones que se habían fabricado en los astilleros del alto Nalón se lanzaron al río cargados de carbón. Culminaba así un trabajo de titanes realizado en gran parte por presos, como en los otros grandes canales del Estado. En este caso habían sido concretamente los presidiarios del penal de San Campio, en El Ferrol, comandados por contramaestres de este arsenal.

Casado de Torres se empeñó tanto en su obra asturiana que logró convencer a las autoridades militares para montar en el Nalón un horno de coque con todos los adelantos y en su haber personal figura el descubrimiento de 82 yacimientos, de los que puso en explotación 25, procurando siempre que fuesen los más próximos al cauce y que sus bocaminas permitiesen el embarque rápido de la producción.

Pero pronto se adivinó el fracaso: el caudal del río era caprichoso y retrasaba con grandes crecidas o estiajes la rapidez del trayecto, la capacidad de las chalanas era menor de la esperada y para colmo de males los campesinos que dependían del agua del Nalón vieron destruidas sus acequias e inutilizados sus molinos, una consecuencia secundaria que nadie había previsto. Además, los resultados económicos fueron desastrosos y en 1797 Jovellanos informaba que mientras diez años antes y con los métodos tradicionales el quintal de carbón asturiano se ponía en El Ferrol a 7 reales, ahora con las chalanas llegaba a San Esteban costando ya 12, la mitad de los cuales se la llevaba la amortización del propio sistema de transporte.

Finalmente, en 1799 todos asumieron el fracaso, Casado de Torres fue cesado y sustituido por dos comandantes llegados de las fábricas de Cantabria que acabaron cuestionando incluso la rentabilidad de las propias minas y proponiendo el abandono de la empresa. En un informe que se presentó entonces la situación era desoladora: de las 94 chalanas construidas en 1794 sólo funcionaban 30 y para ello se pagaban 500 sueldos repartidos entre mineros, chalaneros, peones y otros oficios especializados y las 36.000 toneladas anuales calculadas en un principio se habían convertido en menos de 5.000.

Cuando en 1801 una riada se llevó por delante todo el trabajo del río nadie se preocupó por volver a reconstruirlo porque ya era una empresa muerta y así oficialmente el 1 de octubre de 1803 las chalanas y con ellas las reales y ruinosas minas de Langreo pasaron a la historia por una real orden. Habría que esperar unas décadas para ver lo que el carbón podía dar de sí.